Mariajosé Gallardo. Cortejos. Devaneos de lo pictórico
Francisco del Río. Sevilla 10
Cuando aparecen series con decenas de pinturas, multiplicadas en sus formatos homogéneos, pequeños por lo general, expandiéndose por los muros, ocupando como frisos y retablos las paredes, hemos de suponer que lo pictórico, tal como se entendió en la modernidad a través de la autosuficiencia de cuadros aislados, ya no basta. De todas formas no es nada nueva la idea de que la pintura se expanda más allá del cuadro; todo lo contrario: se hallaba en las paredes de las cuevas, en los frescos de las iglesias, en los conjuntos de los retablos, formaba parte intrínseca de la arquitectura haciendo lo construido construible, articulable, narrado, contando historias, principalmente peripecias de lo sagrado tanto en el cielo como en la tierra; historias sumidas en indistinguibles reflejos pintados y reflejos de luz natural.